Después de nuestra primera incursión en las vidas personales de los corredores de motocicletas más famosos, venimos con otra serie de leyendas. Esta vez nos concentraremos más en personalidades retiradas de la pista.
Casey Stoner
El australiano, que ahora tiene 34 años, ya no corre más en MotoGP. Quizá si alguien le pregunta hoy a qué se dedica, podría responder que es papá. Ama a sus dos hijas y lo demuestra constantemente en sus redes sociales.
Casey Stoner es otro de esos pilotos que no se desviven por la fama. Su etapa en Ducati se terminó, en parte, por la incomodidad que le producía cumplir con los compromisos públicos que le exigían los patrocinadores del equipo italiano. En cambio, ama la naturaleza y le gusta mucho la pesca.
Casey fue un niño del campo. El gusto por la vida al aire libre lo transmite ahora a sus niñas.
En su autobiografía (2018), cuenta cómo su familia, viendo el futuro que tenía el joven corredor, decidió vender su granja en Australia para mudarse a Europa persiguiendo su sueño.
Giacomo Agostini


Si visitas la página oficial de Giacomo Agostini solo encontrarás una landig page a medio hacer con la promesa de merchandising. Seguramente es porque Ago debe estar demasiado ocupado hablando sobre motos y carreras en algún lugar.
Giacomo Agostinni sigue metido en el paddock. Las opiniones de una leyenda como esta no se pueden dejar de escuchar. Es por eso que siempre aparecen sus declaraciones sobre los posibles resultados de las carreras más importantes. De igual manera, trabaja para llevar a otras jóvenes promesas al podio.
El 15 veces campeón del mundo vive en Bérgamo, donde decidió abrir un museo privado que expone sus más de 350 trofeos. En algún momento se llegó a anunciar que incluso era posible cenar con él si los astros lograban alinearse a través de una reserva el hotel de lujo Villa Vittoria que se encuentra en la localidad.
Michael Doohan


Mick Doohan dejó de acelerar hacia la meta a los 33 años por las consecuencias de varios accidentes, pero eso no hizo que se alejara demasiado de la pista. Se mantuvo en el terreno otros tantos años como director del equipo Repsol Honda hasta 2004, pero también supo moverse bien fuera de él y convertirse en un hombre de negocios exitoso.
Ahora ya no asiste tanto a las competiciones de motos, pero su rol de padre lo mantiene cerca de las pistas. Su hijo, Jack Doohan, corre ahora en Formula 4 y Formula 3. Sin duda, como padre y como veterano tendrá mucho que enseñar a esta joven promesa.
Lejos de los circuitos, lleva una vida en la que el reloj también lo es todo. Está involucrado en distintas compañías aéreas y vende aviones de 60 millones de dólares para personas que saben que el tiempo es el recurso más valioso.


Por si fuera poco, a Mick Doohan no le basta haber sido un fenómeno en dos ruedas, sino que es capaz de volar su propio helicóptero, cuya inestabilidad compara con la de las motocicletas. La relación es bastante obvia si uno lo piensa por un momento: si un avión es un coche que vuela, un helicóptero no puede ser otra cosa que una moto.
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